Soñé nuevamente con tu abrazo y tu torso cálido. La fuerza cálida de tus brazos aroma lejano a petricor pasto recién cortado sentir el sueño soleado Confirmo que mi casa puede ser tu pecho un alto al intento de suicido y un mantra un conjuro silencioso un símbolo contra la aniquilación Soñar con abrazos a veces puede significar el regreso de Ulises a casa después de mil y cien años Una ancla que salva después del viaje y de todo lo perdido He estrechado el gélido vidrio de una copa con la mano al sentir las pequeñas gotas de mi sangrado reconocí el efecto contrario de tu abrazo que es adosar mis astillas destrozadas
Primero de Octubre y en este país no se trabaja los comercios cierran los transporten se detienen. Se anuncia un cambio en donde las aguas se perciben grises y el futuro lóbrego. Todo se detiene para el cambio pero la cuenta de renta, luz, agua y gas sigue corriendo. Todo se detiene pero siguen los indigentes en las calles los hospitales sin medicar las casas con hambre los estudiantes sin medios para estudiar un bebé llora en la esquina las madres reclaman sus fantasmas el norte es plomo que arde violencia perro famélico polvo sangriento Todo corre como en una foto mal enfocada y el cambio es plomizo y encarece la comida, el miedo y la desesperanza.
Me he acostumbrado. Porque a través de estos ojos he visto cómo las rutinas llegan silenciosas y pernoctan en el ovillo del sueño. Las rutinas son la simpleza del tiempo midiendo la partida y la llegada. La llegada ese dato más allá del encuentro o la elección y la suerte. Yo me pregunto: ¿Nos escogimos acaso? Y yo, no lo sé. Al contacto de las miradas no encuentro razones. Pero si me atrevo a describirlo, fue un simple temblor de azúcar, un suelo helado y sus manos sobre mí. Al crecer de mis bigotes y con el cambio de los climas, ambos nos acostumbramos a la presencia del otro, en un mismo lugar. Tenía lo que un majestuoso animal como yo y los de mi raza merecemos. Sin embargo nunca me cuestione ¿Él lo tenía todo? Nunca lo culpe, ni lo cuestione. Como él era humano (mi humano) se reducía a ser su propia complicación y angustia. Mi vida, en cambio, se precipitaba sobre las ventanas, las aves con su sol, lugares mullidos, algo de brincos con garras y la suficiencia del sueño. Su vida co...
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