Ocho de marzo u odio el día de la mujer
Es ocho de marzo
y comencé a menstruar.
Yo odio menstruar
y también odio
el ocho de marzo
Estaría muy agradecida
si me hubieran explicado
que sangrar cada mes
significaría
que me griten
zorra o puta
cada que me pongo guapa
con vestido corto
y una minifalda
y un top
Estaría muy agradecida
si los grandilocuentes
círculos de eruditos
de esta miserable ciudad mundo
dejaran de opinar
de como y con quién
me comporto
Yo odio el ocho de marzo
porque precisamente
nadie recuerda
que celebramos la muerte
de 123 mujeres
que no podían usar
ni vestido
ni minifalda
ni top
Yo odio menstruar
porque nadie me explico
que en pleno siglo veintiuno
donde discutimos si somos moderno o no
me digas cosas
como:
lo conseguiste
porque
de seguro diste las nalgas
Yo odio menstruar
porque es un
excelente pretexto
que doy
para que opinen
sobre mis grandes o miserables pechos
(repletos de aves que migran al sur)
sobre mis torvas o escuálidas piernas
(que poseen su propia brújula)
sobre mi nariz recta o aguileña
(que respira todas las esporas de la primavera)
sobre mis estrías y mis cicatrices quemadas
(que dan cuenta de que me estrellado y astillado muy profundamente)
sobre mi cabello de diez mil formas y colores
(porque nunca creí eso de que las mujeres somos animales de ideas cortas con cabellos largos)
sobre mi vagina
(siempre es demasiado abierta o siempre es demasiado cerrada)
Y tú que no sabes nada de ella
y tú que provienes de ella
no sabes
de dolores con filo
no conoces del escalofrío
ni de los miedos
a los cenagales de sangre
sangre querida
y sangre odiada
que se llevan más adentro
más profundo
que una mancha oscura
donde se entierran
palabras dolientes
niños dormidos
pasados que escurren
amores sin nombre
Yo odio menstruar
porque siento
que todas las injusticias del mundo
se aclimataran en mi vagina
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