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Mostrando entradas de julio, 2017

¿Por qué escribes sobre la muerte?

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Desde los 16 años pensaba en la muerte en vez de mis hormonas o mis amores imaginarios Quizá pensaba en la muerte desde los 12 o mucho antes cuando no podía bien expresarlo Y mis ojos se inquietaban por los cuerpos inmóviles Quién sabe si la muerte para una niña sea un lunes que se acaba y unas flores marchitas o una fila de hormigas muertas También la muerte podía ser la regadera y todas las cosas  que se emplean  para bien ahorcarse No recuerdo bien los días en que alguien  me contó su secreto  de matarse cuando empezaba  a ser adolescente Y pensé que jugaba hasta que me llegó su grito sin invierno sin beso Se acabo oí que alguien dijo y desde entonces escribo  sobre los huesos tristes y la lengua amarga sobre la gente que juega en serio a no estar  sobre el lenguaje imaginario de los suicidas y sobre el porque no me muero

Ojos

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De alguna manera uno sabe que existen miradas que nos recorrerán toda la vida hasta lo más profundo del abismo. Esos ojos que besan los rescoldos de nuestras muertes internas. Unos ojos que conocimos en siglos pasados y nos dijeron que nuestra tristeza y miedo eran los correctos. Unos ojos que nos crecen en el alma como ramas de un árbol extendiéndose hacia las nubes del sueño. Todos guardamos esos secretísimos ojos en la tumba del recuerdo. Esos ojos que nos brillan internamente. Ojos sagrados. Ojos de cíclope. Ojos cerrados.Ojos que vuelan. Ojos que callan. Ojos que nos acarician como jamás lo hemos hecho. Ojos milenarios que exploran el orbe por uno. Ojos interrogantes. Ojos naturales. Ojos nacientes. Tus ojos de ayer. Tus ojos que crecen. Tus ojos que envejecen .Tus ojos incinerados. Tus ojos ciegos. Tus ojos beso. Tus ojos muerte. Tus ojos mi diablo. Tus ojos mi entierro. .

Fondos de botella

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Llegué al cubículo de manera imprevista. Todo lo que podía ver, era borroso. En algún punto se estrellaron los  lentes. En otro punto se perdieron. La cortina que intentaba dar privacidad era obligada a danzar por un corriente de aire. Los frascos del estante tintineaban. ¿Estás en un hospital? Seguramente un consultorio. El estante de medicinas está repleto de formas variadas: gruesas, rectangulares, ovaladas, de plástico, llenas, a medio uso y completamente vacías. En los compartimentos debajo de las repisas que contienen los frascos seguramente están los materiales necesarios de curación (o para destazar, según sea el caso), pinzas de Kevorkian, bisturís, tijeras, queratomos de Jaeger y escalpelos. A través del estante se puede vislumbrar forzando a la imaginación a completar las imágenes a un ejército de demonios blancos atacar a un cuerpo. Un cuerpo que temblaba y suplicaba. La imagen del ejército se enfocaba y desenfocaba. Se veían manos correr, como quien ll...

Milímetros

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Hay mucho espacio en esta tierra Y yo sigo creyendo igual sintiendo igual Sintiéndome un ser chiquito, nimio e insignificante Teniéndole miedo al metro y a morir aplastado Me abrazo y guarezco en la idea de lo individual Puedo cuidar solo lo que cabe en mis manos No puedo pensar como otro y tampoco quiero sentir por él Lo pequeño lo poco lo importante Una piedra muerta Un poema mal leído AL GRITO le impongo mi silencio MI SILENCIO calla más que nunca Ni siquiera puedo imaginar mis sueños Sueños habitados por la soledad y a veces matizados por un recuerdo Hay mucho espacio Es mucho espacio Y tan poco yo